
Miguel, Miguel, Miguel, siempre leyendo un poema fiel a mis oídos. Con la disposición en las manos, en la boca, siempre Miguel recibiendo mis llamadas con el sol de la mañana, a veces con el día, escuchando sueños, proliferenado triunfos, causalidades, siempre en Miguel la palabra que se lee, la sensibilidad otoñal que florece, el poema que arraza, tiembla y resbala, que hace ecos imborrables, razones, guiones, colores a la razón de ser, su ser.
Te quiero mucho.
Comentarios
abrazos
Ana Maria
Abrazos,
Pa.
Dejo Huellas de Colmillos... V V