Ella Tosía

Ella tosía, tosía en mi habitación. Luego salió, haciendo retumbar su tos todo el pasillo largo y oscuro hasta llegar a su habitación que era la del fondo, la que tenía la cerradura floja y dañada que con la furia de la brisa hacía un vaivén que al cerrarse y chocar, provocaba un ruido horrible y estruendoso. Al encerrarse, seguí escuchando su tos y el inodoro descargarse como saludan las reinas y otra vez el vaivén de la puerta y el abrir la ducha que yo también escuchaba en mi estado somnolento bajo el maltrato que recibía mi sueño al mantenerme despierta con las ventanas de mi pecho abiertas y pensando volar; ahora ella sacudía su nariz y yo la escuchaba al igual que las fuertes pisadas de caballo, los ladridos de los perros y la música de los villancicos que desde lejos que se combinan con uno que otro motor que acelera, disminuye y acelera y escucho como ella apaga su luz, delatándola el interruptor plástico que provoca un ruido alentador cuando necesitas apagar la luz para dormir y la apagan… todo sin dejar de toser.

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