Tengo el fragmentado en la boca
mi rostro es un espejo de golondrinas que aletean ágiles al amanecer.
Golondrinas muertas.
Mi cierpo: un accidente revolcado,
una tumbra inmóvil que yace

viendo unos pies hinchados bajo el sereno vil de la noche fría,
oyendo cantar los grillos.

Mis ojos también cansados de seguir las líneas,
las sombras de mis manos,
las huellas de mis dedos,
la luz de la bombilla,
plasman acacias bajo la luna llena,
silencio, soledad.

Comentarios

Ana María Fuster Lavin ha dicho que…
Potentes versos, imágenes hermosas desde su propia visceralidad. No te canses, tu palabra se muy vital.
un abrazote
Patricia Minalla ha dicho que…
Amiga!

Gracias por tus palabras y tu ánimo, eres excepcional.

Nos vemos pronto, otro abrazo.

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