“EL SOL SECRETO” DE OFELIA BERRIDO

EL SOL SECRETO” DE OFELIA BERRIDO
CLAVE METAFÍSICA DE UN DIARIO NOVELADO
Por Bruno Rosario Candelier.
Fue a través de un artículo de Aristófanes Urbáez publicado en su columna “El Roedor” del Listín Diario como me enteré de la existencia de El Sol Secreto de Ofelia Berrido, y los elogiosos comentarios del analista y pensador dominicano motivaron mi curiosidad para conocer la obra de esta nueva novelista de las letras dominicanas.
Con Ofelia Berrido emerge una nueva voz vigorosa y refrescante al escenario novelístico nacional. Dotada de una honda intuición, agraciada con una fina sensibilidad y prevalida de una definida vocación espiritual, esta escritora enriquece el horizonte de nuestra novelística con la hondura de su cosmovisión y la belleza de su formalización. En efecto, la historia que se narra en El Sol Secreto (1) constituye una novela testimonial de introspección sicológica y especulación metafísica.
Ofelia Berrido sintió la necesidad de escribir cuando comprendió que una fuerza interior la llamaba a testimoniar su percepción del mundo mediante el arte de la novelación. Concitada por numerosas inquietudes intelectuales y espirituales, canalizó el torrente de interrogantes filosóficas, sicológicas y espirituales, que la abstraía del ´mundanal ruido´ y la sumía en ese ámbito ideal de la realidad estética y en ese espacio fecundo de la realidad trascendente que conforman las vivencias entrañables.
Una fuerza interior la reclama y la invita a la creación, y esa fuerza, motivadora y creativa, es la base de la apelación personal y la creatividad manifestándose en nuestra escritora en los siguientes términos conceptuales:
1. Atracción por la belleza y el misterio, despertándole el sentido de lo viviente y la razón de ser de la existencia humana.
2. Conciencia de los diferentes poderes perceptivos de la sensibilidad -el sentido estético, el sentido cósmico y el sentido místico- convidando su intelecto, su pasión y su voluntad para la alta vida del espíritu.
3. Valoración de los hondos reclamos de la conciencia, dándole un sentido específico a su vida y a su obra.

4. Convicción de que cuanto hace, ha de encaminarla a cumplir su rol en la vida, cumplimentando el destino que la aguarda, centrado en el ascenso del espíritu.
En una entrevista publicada en “Areíto”, Ofelia Berrido reveló: “Escribí “El Sol Secreto” en el año 1992 (...). En aquel tiempo tuve una idea, una visión poderosa que me secuestró, que se fue incubando y tomando forma. De golpe sentí que fui impulsada por una energía especial que se intensificaba. Actualmente, pienso que no era más que la manifestación del principio creativo. Entonces vino el accionar: trabajar, darle forma una y otra vez y luego vaciar mis sentimientos se convirtió en algo imperativo” (2).
La realidad de esa energía especial maravilló a la narradora, como nos ha acontecido a muchos en su momento, al percatarnos de la existencia del principio creativo. Es importante, desde luego, distinguir la energía interior del impulso de creación. La energía interior es expresión del Eros que llevamos dentro y que se manifiesta en ese anhelo de vivir, de luchar y de crear. Esa energía interior es impulso de acción y principio creativo al mismo tiempo. El principio creativo demanda un canal expresivo para dar rienda suelta a la fuerza de creatividad. Al comprender esa realidad, la propia autora escribe su testimonio en su novela:
Cuando asumí que todos somos depositarios de múltiples roles en la vida, fue para mí un momento de revelación. Siempre me había sentido como un rompecabezas al que le faltan algunas piezas. Es decir, no había integridad, no entendía el concepto del “yo verdadero” y me sentía enajenada, pero sólo al entender el juego de roles, comprendí o, por lo menos, creo entender. Mis acciones y reacciones representan a mi persona inmersa en un tiempo y circunstancias específicas, que me tocan, me mueven y conmueven, que me lanzan a una acción determinada, única, fruto del contexto en que me tocó vivirlas. No siento que yo sea mis acciones, yo las ejecuto, pero no son “yo”, yo soy más que eso, soy la que con el paso del tiempo aprende y cambia. Me siento parte del eterno cambio, no estática ni encasillada sino en un eterno fluir (3).
La narradora se vale de la forma testimonial del diario para contarsus vivencias entrañables, enfocando la realidad de su mundo interior, que contrasta con su propia realidad existencial. En cada una de las páginas de este diario novelado fluyen sus ideas y sus creencias, sus descripciones y enfoques de ocurrencias y visiones, su valoración del mundo y de la vida desde una definida concepción espiritual. A través de ese diario la narradora volcó la búsqueda de su razón de ser, mediante una oportuna y pertinente introspección. De esa forma plasma su cosmovisión, es decir, las concepciones, las creencias y los valoresque determinan su manera de ver la realidad, la historia, la vida, y esa cosmovisión se revela en los siguientes rasgos:
1.Visión de la dimensión trascendente de lo real fundada en una metafísica lo viviente en su expresión estética, cósmica y mística.
2.Valoración de lo existente con una actitud de identificación y coparticipación de la persona creadora con el ser del mundo.
3.Creencia de que forma parte de la Totalidad con un destino final de integración a la fuente original.
4.Convicción de que todo lo existente, incluida nuestra vida, tiene una razón de ser, un valor y un sentido trascendente.
La escritora está consciente de que a través de la escritura revela lo que capta su intuición y se revela a sí misma en virtud del poder comunicante de la palabra. “Y aunque en el momento de creación el escritor se mueve en un mundo físico, es el mundo de los sentimientos, de lo espiritual y del alma lo que lo impulsa y es de ahí de donde surge el producto final” (4). Al subrayar que la vida tiene un ordenamiento y un sentido como lo manifiesta el universo de lo natural, escribe:
(...) si observamos con detenimiento el sol, las estrellas, las plantas, las montañas... es demasiada perfección, todo esto debe tener un fin muy claro, muy definido, muy importante, totalmente trascendente.La nada... y ante la nada el todo y el todo en la esencia es vida y vida es existencia y la existencia concreta, comprobable. Y vuelta a la nada el no ser. ¿Y qué de la existencia no comprobable? ¿Cuántas cosas fueron invisibles a los ojos humanos, hasta que el escrutinio científico lo hizo evidente con sus instrumentos ultra sensitivos desarrollados a través de décadas?(5).
Nuestra novelista está consciente del rol de la sensibilidad y ella misma expresa que ha abierto un cauce expresivo a través de su obra narrativa. Justamente la sensibilidad es la facultad por la cual sentimos y experimentamos la pasión por la vida y el ideal trascendente, dimensiones que atrapa y subyuga la vena sensitiva de esta nueva narradora dominicana cuya obra permite inferir sus rasgos distintivos:
1.Percepción de la belleza sensorial y la belleza sublime cautivando el talante trascendente de su sensibilidad abierta y caudalosa.
2.Valoración de la faceta originaria, fresca y prístina de lo real, que atraen sus sentidos provocando un impacto en la conciencia.
3.Empatía universal mediante la cual despierta sus sentimientos de identificación y de piedad hacia lo viviente.
4.Percepción y disfrute del encanto estético de lo existente participando de la energía interior que el arte genera, despliega y concita.
La autora, en verdad, se siente partícipe de lo viviente y una vocación de amor la invita a escribir sus vivencias entrañables. Escribe para conocer y conocerse mejor, “para que se develen ante mí los secretos y como una forma de expulsar los fantasmas de mi alma, es decir, todo aquello que me hace sufrir: los dolores personales y las injusticias sociales. Escribo para irradiar todo lo malo y oscuro que tengo dentro y todo aquello que me rodea y me impide vivir una vida armoniosa”. Y sobre todo escribe para encontrarse “con esa parte del inconsciente que sólo a través del arte se manifiesta a plenitud” (6).
Su novela confirma su valoración del arte, no sólo por la belleza que expresa sino por la paz que transmite y la energía que libera, capaz de “conectarse con todo el dolor que hay dentro de nosotros, y sacarlo a flote y erradicarlo a través de la belleza” (7).
La manifestación de su talento creador se expresa en El Sol Secreto revelando los atributos de su creación en los siguientes aspectos:
1.Auscultación del lenguaje del yo profundo, mediante el testimonio de la voz personal y la voz universal plasmadas con el procedimiento escritural del diario íntimo.
2.Expresión diáfana y lúcida en una narración fluida con lenguaje culto que comunica los hallazgos de su intuición y la hondura de sus elucubraciones conceptuales, sicológicas y metafísicas.
3.Testimonio narrativo de un desahogo subjetivo evidenciado mediante el recurso del diario, de la evocación y de cartas comunicadores de conflictos interiores, angustias e interrogantes que inspiran los secretos del Cosmos y los misterios de la vida.
4.Construcción de un mundo narrativo mediante una introspección al yo profundo para conocer la verdad y el misterio de lo existente.
Esta novela de Ofelia Berrido da cuenta cabal de la búsqueda profunda que mueve la inteligencia y la sensibilidad de la novelista con su anhelo de crecimiento interior y ascenso del espíritu. El siguiente pasaje, al contemplarse ante el espejo, no sólo describe el aspecto físico de la persona sino una faceta de su interioridad, que es lo propio de la técnica del retrato, al modo de una radiografía del alma, el interior de sí misma:
Me gustan los espejos, me veo en ellos y soy pero no soy. Yo estoy aquí, me puedo tocar, y ésa, ahí en el espejo, es igual a mí, pero irreal, un reflejo, y toco el espejo y me toco, sin tocarme. Así, como el yo que creemos ser, no es real, porque lo que verdaderamente somos no es lo que está ahí para ser observado por los demás. Esa imagen del espejo, esa de pelo y ojos claros; esa de mirada triste; esa de nariz fina y labios gruesos; esa de respiración profunda pero lenta: esa no soy yo. Lo que soy, está oculto, no lo he podido conocer y ¡cuánto lo anhelo! Espejo, espejo en la pared: ¿quién es esa que no se ve?(8).
El pasaje trascrito pone de manifiesto que estamos ante una escritora con honda capacidad de introspección psicológica y el reclamo profundo de una vida interior en su expresión espiritual y creativa. Ausculta la interioridad de su criatura imaginaria revelando sus inquietudes intelectuales, su conciencia espiritual y estética, con una obvia inclinación hacia aquello que coadyuva al crecimiento del espíritu. Ese desarrollo de la sensibilidad de Ofelia Berrido proyecta en su escritura los grados de conciencia según un parámetro del crecimiento humano.
En primer lugar, figura la conciencia estética en virtud de la cual se tiene la percepción de los datos sensoriales de las cosas con la gozosa sensación ante la belleza y el esplendor de lo viviente, lo que genera un sentimiento de exaltación por el encanto de la Creación. La protagonista de la historia de El Sol Secreto, bajo el nombre de Lucía, va tomando anotaciones de cuanto le sucede en la vida y lo primero que le llama la atención, al indagar sobre sí misma, es la fruición de las cosas sencillas, de lo natural y de lo simple, apreciando su valor en sí mismo con su despliegue sensorial, como la contemplación de la Naturaleza desde una puesta de sol y sus colores brillantes y esa sensación de nostalgia ante el ocaso de la luz. Y al sentir la energía remozante de lo natural, experimenta la visión de imágenes de sensaciones múltiples y con ellas la de saberse dotada de esa capacidad de percepción y de valoración sintiéndose a sí misma como ente coparticipante de la vida con su destino dentro. Se trata, en efecto, de una expresión de la sensibilidad y un estallido de la conciencia estética, primera y raigal expresión de la sensibilidad ante la belleza de lo existente y ante el misterio de lo real, experimentando al mismo tiempo el deleite de sentir con la conciencia de que es hermoso sentir, como dijera Rainer María Rilke. Esa primera experiencia, que la vivimos desde niños cuando nuestros sentidos se abren a las incitaciones de las cosas, nos permite instalarnos en la dimensión prístina de lo viviente, que nuestra autora describe con un despliegue sensorial ardiente y emotivo en su testimonio de evocación nostálgica, cuando narra la emoción de lo que una vez vivió y protagonizó en su intensidad rotunda y fehaciente. En su testimonio narrativo, que al hacerlo en la forma propia de un diario no sólo aparece el uso de la primera persona de la narradora sino la presencia elocuente de la vivencia entrañable con su ternura inherente, la autora subraya con particular emoción y ardorosa simpatía:
Mi padre y yo cavamos en el patio un pequeño hueco que serviría de estanque para que el pato se sintiera en sus aguas. Yo cavaba con una cuchara como pala, mi padre con una pequeña pala del jardín y hacíamos espacio para el animal. Quedamos enlodados, embarrados de aquella maravillosa tierra negra. Cuando la fosa nos lució suficientemente ancha y profunda procedimos a echar agua con una cubeta, pero segundos después la tierra absorbía el líquido; duramos horas tratando de llenar el pequeño estanque, tratando de que este retuviera el agua y mi padre gozaba al ver el efecto de sorpresa que ejercía en mí la desaparición de la misma. Recuerdo a mi madre, observando desde la ventana con su cálida sonrisa. Trato de recordar qué fue del ave y en mi mente no queda un solo recuerdo. Pero sí, fue en ese momento que su reloj cayó al suelo, radiando su esplendor bajo la luz del sol, recuerdo que lo recogí y se lo pasé con una sonrisa; él me dio las gracias con un abrazo, y ahora que tengo el reloj en mis manos el recuerdo es tan vívido en mí, que puedo oler la tierra, sentir las plumas del pato y el agua mojándolo todo, pero más que nada puedo sentir la ternura de aquel abrazo (9).
En segundo lugar, emerge la conciencia cósmica, que se funda en la comprensión de la esencia común de lo viviente. Este segundo grado de la conciencia humana aparece cuando se despierta en la persona la convicción de que estamos hechos de la misma sustancia estelar del Universo, como han enseñado cosmólogos y místicos, o como ha expresado nuestra novelista, “por la misma sustancia primordial”, y por lo mismo formamos parte de la totalidad del Cosmos. El Universo tiene su propia sabiduría y la canaliza a través de sus amanuenses predilectos. Y tiene muchas maneras de hacernos partícipes de una herencia universal que late en el inconsciente humano. Para sentirla es necesario un nivel especial de conciencia profunda. Entonces con ese nivel de conciencia desarrollada nos abrimos a nuevas dimensiones de lo real y el mundo comienza a revelarnos algunos de sus misterios cósmicos o algunas de sus fascinantes incógnitas. Adviene así un sentimiento de empatía hacia lo viviente y de compenetración con lo existente, como lo experimentan los niños, los primitivos y los místicos. Y florece también una auténtica valoración del sentido de la vida y una clara percepción del sentido del mundo. La primera manifestación de la conciencia cósmica, como lo experimenta la narradora de esta evocación de vivencias y recuerdos, es una obvia empatía hacia fenómenos y elementos de la Naturaleza, sintiendo la huella de la tierra, el impacto telúrico y celeste, el influjo sensorial de la lluvia o de la noche, o la magia de la sombra y la luz, bajo el fulgor de sensaciones indecibles. O la vivencia de un cálido abrazo de un árbol sintiendo su energía soterrada bajo su sombra tierna como expresión telúrica de un aliento recóndito.
Movida por el deseo de hallar la unidad de lo viviente, que es una segunda manifestación de la conciencia cósmica, la narradora capta la esencia escondida en las variadas formas de las cosas bajo la sensación de que “todos somos uno” a pesar de las diferencias ostensibles. Y esas sensaciones se amuchan en la conciencia y se transmutan en vínculo entrañable con el Todo después de ponerse en contacto con el vacío donde extrañamente encuentra la paz infinita desde la expansión de la conciencia y el sosiego del espíritu. Así lo relata la autora en el siguiente pasaje de El Sol Secreto:
Inicié el cuestionamiento de lo simple a lo complejo y he vuelto a mi origen: deberé aceptar “lo que es”. Trabajaré sobre una evolución consciente con todas las fuerzas de mi ser, con amor, dedicación, perseverancia, con la alegría que se logra cuando observamos nuestros primeros avances hacia estar centrados, presentes, atentos y despiertos. He comprendido que lo dual es parte de un todo. Que mi naturaleza es parte de lo universal y por ende de ese todo. Ese todo cuyas partes están constituidas por la misma sustancia primordial independiente de la forma (10).
Y en tercer lugar, florece la dimensión más alta, más intensa, más honda y más fecunda de la conciencia humana, la conciencia mística, que se desarrolla tras la convicción de la existencia de la Energía Cósmica como fundamento de todo lo existente. Y esa convicción da lugar a la gestación de un sentimiento de unión y de amor por todo lo viviente, que es sin duda una auténtica manifestación del amor místico. Ese caudaloso y cautivante sentimiento, sin duda de índole divina, se anida en el alma de los espíritus elegidos para la dolencia suprema del espíritu, que los antiguos griegos llamaban dolencia divina, en razón de la compasión universal que gesta en la sensibilidad del místico en virtud de su sabiduría inherente y su piedad compasiva, sentimiento que desemboca en una alta valoración de lo sagrado y en la búsqueda de lo divino mismo, centro y motor de la conciencia mística.
La narradora de esta apasionante historia ha dado un lúcido testimonio de esa vivencia espiritual en su triple condición noética sintiendo y expresando la presencia de esa Energía Cósmica, revelando esa fuerza superior que nos fecunda y vibrando ante la Presencia intangible de lo Eterno. Y para sentir y vivir bajo esa llama viva desde la soledad y el silencio, como suelen vivirla los iluminados y los místicos, experimentando el eco despojante de la nada que abruma o el susurro sutil de los efluvios trascendentes.
La verdad profunda que late en la conciencia y la honda belleza que revela el Universo tiene múltiples vías para llegar al reencuentro con el Todo. El trayecto de ese camino, que tiene sendas insospechadas y sorprendentes, comienza con la exploración de la interioridad y la trascendencia, como lo ha hecho la autora de esta novela según va revelando su narración testimonial para hallar “el verdadero sentido” y dar con “el amor universal”. Y en ese proceso de búsqueda y de crecimiento interior va trillando el camino de su plena realización en su vivencia de lo divino, en su proceso de realización personal, que es lo mismo que decir, en su camino hacia la Luz. Sabiéndose “chispa divina” o “emanación del Todo”, la narradora busca ese Sol Secreto que la define y complementa hasta alcanzar, de acuerdo a su íntimo anhelo, la realidad última que nuestro ser reclama. En una de sus reflexiones escribe nuestra novelista:
Los templos y el magnífico sonido del silencio: el eco de la nada que nos embarga con una paz profunda, como la de las aguas tranquilas de un manantial; matriz que alberga el sonido de los rezos, plegarias, palabras dirigidas en este mundo físico a los planos invisibles impeliendo a la acción del lado espiritual de la Naturaleza. La palabra, el poder; la palabra hecha Verbo (11).
Esta novela de Ofelia Berrido canaliza en diferentes escenas y momentos narrativos la voz personal y la voz universal, testimoniando la percepción de verdades intuidas y la percepción de verdades reveladas que repercuten en la conciencia humana. El siguiente pasaje lo confirma: “Siempre he pensado que si el hombre ha sido capaz de transmitir ciertos conocimientos desde la antigüedad, civilización tras civilización, prácticamente inalterados, es porque existe un lazo estrecho que une verdades que el alma reconoce...” (12).
Ofelia Berrido cree que somos depositarios de una porción de la Divinidad, y esa porción escondida, según postulaban los antiguos neoplatónicos y los místicos de todas las confesiones religiosas de Oriente y Occidente, es ese Sol Secreto que la enciende y arrebata.
Esta novela tiene el propósito de contar la vida interior de una mujer cuyas inquietudes representan las de las personas que despiertan al sentido profundo de la vida valorando la dimensión entrañable de la realidad trascendente y los diferentes grados de la conciencia humana. Y al hacernos partícipes de su inquietante búsqueda revive en el espíritu humano las interrogantes que en el pasado inquietaron el intelecto de los iluminados, actualizándose y fecundándose en los hombres del presente y del porvenir.
El recorrido que hemos hecho por las páginas de El Sol Secreto nos introduce al ámbito de una reflexión sobre la vida y el mundo, renovando inquietudes esenciales de la naturaleza humana y abriéndonos a un horizonte intelectual y estético bajo el Sol cuya lumbre excita, atiza y embriaga. Y es una clara evidencia de que estamos ante una obra espiritualmente exquisita, escrita por una mujer en todos los sentidos exquisita.
Coloquio del Movimiento Interiorista
Santiago, Librería Cuesta 26 de agosto de 2006.
Notas:
1.Ofelia Berrido, El Sol Secreto, Santo Domingo, Mediabyte, 2006.
2.León David, “Entrevista a Ofelia Berrido”, en “Areíto” de Hoy, Santo Domingo, 22 de julio de 2006, p. 4.
3.Ofelia Berrido, El Sol Secreto, p. 28.
4.“Entrevista a Ofelia Berrido”, p. 4.
5.El Sol Secreto, p. 19.
6.“Entrevista a Ofelia Berrido”, p. 4.
7.El Sol Secreto, p. 52.
8.Ibidem, p. 62.9.Ibidem, p. 41.10.Ibidem, p. 134.11.Ibidem, p. 66.12.Ibidem, p. 139.
* Bruno Rosario Candelier es Director de la Academia Dominicana de la Lengua. Es además es el Presidente del Ateneo Insular y creador del Movimiento Interiorista.

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