Volvía
Volvía con los ojos violeta añil a juzgar la primavera entre venas para así colmar los colores del arcoiris con el beso ingenuo de la mariposa
Volvía al crepúsculo, al atardecer y a esas noches frias de invierno en la casa de la colina con su universo de nieves, sus matices degradandose en el platinado de la luna
Volvía con su añil apagado y su guitarra de besos y un alma serena con quién compartir el vino y la sierra
Y volvía como Buda sobre polvora despertando el ensueño en las cejas, en las eñes cartesianas que dividian su pecho
Volvía llena de rocío como la mañana, conjugando verbos, pintando sílabas, enmarañando el azúl de su mirada
Volvía a veces vacía buscando condiciones inhóspitas, diciendo por que sí a un canto de moscas y azahares
Volvía, sólo volvía porque sabía que dentro de esa quimera con cabeza de león llovían corazones llenos de luz
Volvía y llegaba con una voz gritando desde dentro de si y unas manos que soñaban escribir
Volvía sin pensar lo que pensaba si iría ya que dentro de esos círculos circundaba un porvenir
Volvía como cada día con el sol en su mirada y unas bocinas diminutas que cantaban al oído cosas que venían del corazón
Volvía y yo la oía raspillarse el alma para pintarse de amor cada día.
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W.